jueves, julio 06, 2006

¿Cómo se cuentan los votos? - José Woldenberg en Reforma

La política es un espacio en el cual de manera natural se reproducen un buen número de disparates, pero todo tiene (o debería tener) un límite. En los días que corren se han difundido algunos sobre el cómputo de los votos que si no fueran fuente de la desconfianza deberían mover a la risa. Que si la computadora del PREP tiene un algoritmo que maquilla la información, que si "desaparecieron" cerca de 3 millones de votos, que si estamos en una situación similar a la de 1988.

Ante las ocurrencias sobre la forma en que se cuentan los votos vale la pena volver a lo básico. ¿Cuál es el método de cómputo de la elección y por qué, si bien pueden presentarse irregularidades, es imposible realizar un fraude maquinado?

Se instalaron más de 130 mil casillas. Estaban en ellas un presidente, un secretario y dos escrutadores, acompañados de los representantes de los partidos y las coaliciones. Los funcionarios de la casilla eran vecinos de la sección que habían sido sorteados y capacitados para cumplir con la importante función de recibir y contar los votos de sus vecinos, pero que además eran vigilados por los representantes de los partidos (RP). En está ocasión el PAN y las dos grandes coaliciones lograron tener más del 95 por ciento de representantes. Cuando los votantes terminaron de sufragar, se llevó a cabo el cómputo de la elección y al final todos los RP se quedaron con una copia de las actas donde se consigna el número de votos de cada candidato. El presidente de la casilla, acompañado de los RP, se dirigió al comité distrital y entregó el paquete electoral que, entre otras cosas, contiene las actas de los cómputos.

¿Por qué se hace así? Porque es difícil que los ciudadanos se coaliguen para alterar la voluntad de los votantes. Y porque de esa manera los partidos son testigos de que la jornada y el cómputo se realice de manera legal y transparente.

A partir del miércoles, dice la ley, se instalan los consejos distritales para hacer el cómputo de las actas de las casillas de las elecciones para Presidente, diputados y senadores. Los consejos se integran con el vocal ejecutivo del IFE (único funcionario del instituto), seis consejeros electorales (que fueron nombrados por los respectivos consejos locales que a su vez fueron nombrados por el Consejo General del IFE), que son ciudadanos conocidos y reconocidos en sus propios distritos, y representantes de todos los partidos. Los partidos no llegan desarmados, sino que lo hacen con sus respectivas actas, que como hemos apuntado, son casi todas. Ahí, una por una, con paciencia de santos, se confrontan los resultados, y si no checan, si son notables alteraciones a las actas, se pasa a abrir los paquetes y a contar uno por uno de los votos de la casilla dudosa. Todo eso se hace en sesiones abiertas, de tal suerte que es imposible trucar los resultados.

El domingo se reunirán los consejos locales (uno por cada entidad federativa) que se integran como los distritales, para hacer el cómputo de las actas distritales de la elección de senadores.

Todo el proceso es transparente y cargado de candados de seguridad. El más importante, insisto, es que los partidos -a través de sus representantes- vigilan todo y se quedan con las copias de las actas de escrutinio. En caso de existir alguna inconformidad, pueden acudir al Tribunal Electoral que tendrá la última palabra.

Ése es el proceso oficial del cómputo de los votos y dado que en todo momento se hace en presencia de los partidos, éstos no pueden (sería mejor decir, no deben) fingir que existe la posibilidad de una operación maquinada para modificar las cifras.

Ahora bien, para ofrecer una mayor certeza, el IFE realiza además un conteo rápido y pone en marcha el PREP. Se trata de instrumentos que ofrecen información pertinente entre el cierre de las casillas y el cómputo oficial que se inicia el miércoles. El primero es una muestra representativa que permite establecer con un nivel de precisión muy alto el rango de la votación de cada partido. Y el PREP ofrece información nacional, estatal y distrital, pero también casilla por casilla. Este último puede ser consultado en cualquier lugar del mundo vía internet.

En esta ocasión, el conteo rápido no pudo informar sobre el ganador de la contienda presidencial, precisamente porque la diferencia entre el primero y el segundo lugar es muy estrecha, pero hoy que conocemos las cifras de esa muestra resultan muy similares a los datos que contiene el PREP y los diversos conteos rápidos realizados por ONG y medios de comunicación.

Por su parte, gracias al PREP podemos reconstruir a los ganadores y perdedores en las Cámaras y la votación presidencial casilla por casilla. Y los partidos con sus actas pueden corroborar si la información es fiel.

Volvamos entonces a la fantasía: si existiera un mecanismo integrado al sistema de cómputo del PREP para alterar los resultados (el famoso algoritmo) sería muy fácil detectarlo: comparando las actas en poder de los partidos con las cifras que aparecen en el PREP. Pero además, hay que decirlo, el PREP no forma parte del proceso oficial de cómputo de los votos.

Sobre los supuestos 3 millones de sufragios perdidos, resultó que se encontraron. ¿Y sabe usted dónde? En el propio PREP, cuyo diseño los colocaba en un lugar especial dado que las actas tenían alguna inconsistencia. De ello, por supuesto, los partidos estaban informados.

Por último, comparar la situación actual con el 88 no es más que un delirio. Entonces los partidos no tenían la inmensa mayoría de las actas de escrutinio y hoy sí; entonces no se pudo reconstruir -de manera confiable- el resultado de la votación, y hoy sí, casilla por casilla.